La dama Galadriel, comandante del ejército de Gil-galad, lleva años inquieta buscando pistas del regreso de un mal ancestral, Sauron. Pero los elfos de la Tierra Media llevan décadas despreocupados por este mal tras la derrota de Morgoth. Elrond,  como amigo de Galadriel y consejero del Alto Rey, recomienda a la elfa abandonar sus preocupaciones y partir rumbo a Valinor tras el fracaso de sus pesquisas.

Sin embargo, en la Tierras del Sur parece que los malos augurios comienzan a hacerse presentes. El guardián elfo Arondir ha vigilado las tierras de los hombres durante más de 70 años. Cuando llega la orden de abandonar su guardia, el elfo y la curandera humana Bronwyn encuentran indicios preocupantes de un nuevo mal.

En la tribu de los Pelosos, asentada en las Tierras Ásperas al este de las Montañas Nubladas, la siempre inquieta y atrevida Nori Brandipie infringe alguna norma de su comunidad adentrándose en territorios prohibidos. Cuando una gran bola de fuego surca los cielos de la Tierra Media y cae cerca de su campamento, la pequeña pelosa no duda en investigar el suceso.

Cuando Galadriel salta del barco que la lleva a Valinor, nada a la deriva hasta encontrar a un grupo de náufragos. Entre ellos se encuentra Halbrand, con un misterioso pasado que conecta con la búsqueda del mal de Galadriel.

Elrond recibe el encargo de su rey de ayudar al herrero élfico Celebrimbor con su nueva forja. Para ello, necesitará una fuerza de trabajo descomunal que decide buscar en el reino enano de Khazad-dûm. Allí, Elrond espera que su viejo amigo, el príncipe Durin IV, le ayude en su propósito. El problema es que tras veinte años sin hablarse, el recibimiento de Elrond en el reino enano no será el esperado.

En las tierras de los Pelosos, Nori intenta ayudar al extraño viajero del cielo. A pesar de su problema para comunicarse, la pelosa logra entender que el extraño está buscando una constelación.

El elfo Arondir continúa su búsqueda de respuestas tras encontrar el asentamiento humano de Hordern ardiendo y lleno de túneles subterráneos. Mientras Bronwyn vuelve a Tirharad para advertir a sus habitantes de la amenaza. Esa amenaza se hace real en forma de orco en la casa de la sanadora, donde su hijo Theo ha encontrado la vieja empuñadura de una oscura espada con el símbolo de Sauron.

Arondir, capturado por los orcos bajo el mando del misterioso Adar (s. Padre), es sometido junto al resto de compañeros elfos a trabajos forzados destruyendo las Tierras del Sur. Pero el elfo no se da por vencido e intenta escapar de las cadenas orcas.

Galadriel y Halbrand llegan al reino legendario de Númenor, donde encuentran un frío y tenso recibimiento. Por orden de la regente Míriel, Elendil, su rescatador, recibe el encargo de velar por la seguridad de la elfa durante su estancia en la isla, que aprovecha para ilustrarla con antiguos conocmientos muy útiles.

La pequeña Nori afronta las consecuencias de sus acciones cuando el Extraño gigante se presenta por accidente ante la comunidad de los Pelosos. Es el momento de emigrar a nuevas tierras.

La fe de la reina regente Míriel es puesta a prueba, entre las viejas creencias de amistad con los elfos y los que reniegan de ella. Galadriel, cautiva de los numenóreanos, busca la forma de convencer a la regente de que se una a la batalla que se librará contra Sauron en la Tierra Media.

Elrond sospecha que su amigo Durin oculta un secreto. Por respeto a su vieja amistad, el príncipe enano le revela el nuevo y valiosísimo metal que han encontrado bajo Khazad-dûm: mithril.

En las Tierras del sur, por un lado Arondir es liberado por Adar para enviar un ultimátum a los habitantes de la región. Por el otro, el pueblo de Bronwyn intenta sobrevivir al hambre refugiado en la fortaleza de Ostirith. Su hijo Theo arriesga el pellejo para encontrar alimentos... y una revelación sobre su empuñadura.

Nori empieza a sospechar del peligro que supone su extraño amigo. Elrond, atormentado por su juramento a Durin y su deber para con su raza, decide compartir su inquietud con el enano: el mithril es la clave para la supervivencia élfica y la lucha contra Sauron.

En Númenor, Galadriel ultima los preparativos y da algunas lecciones sobre la lucha contra los orcos a los jóvenes reclutas. La elfa no pierde la esperanza de convencer a Halbrand de que acepte su destino como rey de las tierras del sur.

Mientras, en la fortaleza de Ostirith, los sureños se dividen entre los que pretenden resistir preparándose para el ataque junto a Bronwyn y los que huyen a rendirse al ejército orco de Adar.

Adar y su ejército marchan sobre Ostirith. Los sureños preparan la fortaleza para intentar diezmar a los orcos con una ingeniosa trampa. Mientras, la población vuelve a Tirharad para el enfrentamiento final con las fuerzas de Adar.

De Númenor han zarpado Míriel, Galadriel, Elendil, junto a su hijo Isildur, y Halbrand, rey de las Tierra del Sur, en dirección a la Tierra Media. Cuando los orcos de Adar caen sobre los hombres del sur, consiguen hacerse con la oscura y misteriosa empuñadura.

Aunque los númenóreanos llegan a tiempo para evitar la derrota sureña, apresando a Adar para interrogarle por el paradero de Sauron, no pueden detener lo inevitable: la empuñadura es la llave que desencadena el infierno de fuego y ceniza generado por la entrada en erupción del Orodruin.

Los supervivientes del cataclismo tratan de ponerse a salvo. Bronwyn, Arondir y Theo se reencuentran. Mientras, la reina Míriel ha quedado ciega y su fiel comandante Elendil ha dado por muerto a su hijo Isildur. Pero los númenóreanos, lejos de huir de la oscuridad, volverán a Númenor a reclutar un ejército a la altura del enemigo. Adar ha conseguido su objetivo de dar una tierra propia a sus orcos; las Tierras del Sur ahora son tierras tenebrosas: Mordor. Pero, ¿a qué precio?

Los Pelosos despiden al Extraño que les acompañaba porque no se fían de su magia. Sin embargo, tras él van tres personajes enigmáticos y poco fiables portando el símbolo del Ojo. La maldad emana de ellos y terminan incendiando la caravana de los medianos. Nori se da cuenta del peligro que acecha al Extraño y del error que han cometido dejándole marchar. Decide partir en su busca junto a su amiga Poppy, su madre Marigold y el jefe Sadoc.

En el reino de Khazad-dûm, Durin se debate entre la amistad y el deber cuando su padre, el rey Durin III, se niega a extraer el mithril que salvaría a la raza de los elfos.

Cuando las seguidoras de la Oscuridad encuentran al Extraño, creen que es su señor Sauron cuya memoria deben restaurar... aunque sea por la fuerza. Nori y los pelosos intentan rescatar a su amigo. Durante la batalla, la magia se desencadena y el Extraño destruye a las siervas del mal revelándose su naturaleza de Istar. Pero las respuestas que el mago busca se encuentran al este, en Rhûn.

El viejo rey de Númenor aún tiene un momento de lucidez para mostrar a Eärien, hija de Elendil, la palantír. Cuando la reina regente y sus númenóreanos regresan a la isla, las banderas enlutadas anuncian el fin de una era.

Galadriel y Halbrand llegan a Eregion. Allí los elfos respiran la tensión por la negativa de los enanos a entregarles el mithril que necesitan para sobrevivir. Elrond consigue el permiso temporal de Gil-galad para intentar crear un gran poder. La experiencia en la forja de Halbrand resulta muy útil al maestro Celebrimbor...

Quizá demasiado, piensa Galadriel, que investiga el linaje del rey de las Tierras del Sur. Es entonces cuando la elfa, consciente del engaño, revela la verdadera naturaleza del aliado junto al que ha viajado todo este tiempo: el mismísimo Sauron. El Señor Oscuro la tienta con promesas de poder y progreso si permanece a su lado. Pero cuando Galadriel lo rechaza y logra reaccionar, Sauron ha partido ya a reclamar Mordor. La traición consumada al menos permite terminar la forja de los Tres Anillos élficos.